Al momento de redactar este texto nuestro país no había conseguido
alguna medalla olímpica y ya comenzaban las discusiones sobre los culpables de estos
resultados.
Naturalmente este no es el espacio para realizar el análisis deportivo
de nuestros atletas en el evento deportivo más importante; de los que, por otra
parte, podemos estar seguros hicieron su mejor esfuerzo por encontrarse en un
evento de esta magnitud.
Pero no deja de ser interesante analizar las repercusiones en nuestra
sociedad del nivel de participación de nuestros atletas. Seguramente al ganar
una medalla todos nos sentimos orgullosos y hasta nos podemos percibir un país
sobresaliente. Eso no es extraño para ningún país; de hecho muchos países se
preparan para conseguir los máximos resultados.
Por lo mismo, al no ganar o ganar poco nos hace sentir mal y nos hace vernos
como una nación rezagada. La idea de que lo importante es participar nos suena
ridículo y consideramos que como país somos poco capaces para proponernos metas
deportivas de alto nivel.
Nunca hemos sido una potencia deportiva como lo son los Estados Unidos que
históricamente han dominado. Tampoco hemos sido un país dominante en alguna
especialidad como lo son africanos en pruebas de fondo o los sudamericanos en
futbol. Desde esta perspectiva, deberíamos entonces matizar nuestros juicios severos
pero al mismo tiempo, exigir un proceso de desarrollo deportivo que
gradualmente nos vaya llevando a mejores resultados. Como tal vez se lo han
propuesto otros países como China o los mismos países caribeños en pruebas de
atletismo.
En las olimpiadas del año 2008 en China solamente se consiguieron tres
medallas, aunque dos fueron de oro. Es verdad, que existió un progreso para
Londres en el 2012 cuando se avanzó al ganar 7 medallas. Aún faltan ocho días para
que terminen las competencias pero de no superar esas cifras estaremos ante un
retroceso significativo. Y tal vez la continuidad siempre será algo a resaltar:
destacamos en caminata y se perdió la continuidad, tuvimos logros en clavados y
se ha roto el progreso, ganamos la medalla de oro en futbol y esta vez no se
superó la fase de grupos.
No es una exageración la idea de que la derrota es huérfana y por ello,
no veremos a nadie haciéndose responsable. Aún así, no es difícil señalar que la
responsabilidad es compartida entre la iniciativa privada, el gobierno y la
misma sociedad.
No es novedad que algunas de las federaciones deportivas son verdaderos
feudos donde los dirigentes deportivos destacan por sus habilidades
administrativas en detrimento del desarrollo deportivo. Ejemplo de ello han
sido la federación de basquetbol, la misma federación de clavados y hasta la de
futbol. Uno podría pensar que al ser de la iniciativa privada predominan los
criterios de competencia y efectividad; sin embargo, resulta todo lo contrario.
En el gobierno no se hacen mejor las cosas si consideramos las
limitaciones que el mismo quehacer político impone. Y no hay mejor ejemplo que
lo más reciente. El titular de la Comisión de cultura física y deporte (Conade)
es un político que se había desempeñado en tareas de seguridad pública y procuración
de justicia: Alfredo Castillo. Y todavía sus declaraciones lo hundirán más en
los cuestionamientos. Aquí le dejo algunos ejemplos: “Hoy vemos como un fracaso un quinto o sexto lugar, pero no cualquiera
lo puede lograr”. “Paola Espinoza y Alejandra Orozco fueron hoy víctimas de los
jueces”. “No podemos cargarle tanta responsabilidad a ellos (los deportistas), sobre
sus hombros, este es un problema de fondo. El deporte en México tiene que
cambiar de raíz, después de Río es una muy buena oportunidad”. En tono de
broma, ya catalogan a Alfredo Castillo como: “el rey midas a la inversa” porque todo lo que toca arruina.
Nosotros mismos como sociedad no nos escapamos a los cuestionamientos cuando
no tenemos una arraigada cultura deportiva y queremos destacar mundialmente. También
hay que reconocer que vemos cada vez más personas realizando actividad física
pero los que siguen proliferando son equipos de futbol que al final de un
partido beben cerveza para festejar la victoria o sobrellevar la derrota. Lo
que también ha cundido son los papás que esperan tener en su familia al próximo
Messi. Claro, todo esto es el resultado del deporte más popular en el país pero
sobre todo por los mismos medios de comunicación.
En conclusión, resultará inevitable que los resultados en las olimpiadas
afecten el estado del ánimo de los mexicanos. El principal señalado como
responsable de esta situación será el gobierno federal por la visión
paternalista que todavía prevalece en nuestro país. El desempeño olímpico se
suma a una lista de pendientes para México y por el malestar que provoca llevará
a los políticos a realizar promesas. Efectivamente, un círculo vicioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario