Como ya todos sabemos el 2017 se nos presenta lleno de retos. El tema de la inseguridad continúa siendo una de
las principales preocupaciones de nosotros los ciudadanos. Acaba de presentar el INEGI los resultados de la
Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana y muestran que el 74% de la población consideró inseguro vivir en
su ciudad y el 72% opina que las condiciones de seguridad seguirán igual o empeorarán. En el tema económico: la
devaluación del peso, las presiones inflacionarias, el recorte del presupuesto y el incremento de los combustibles
provocan ver más negro el panorama.
Con este escenario los diferentes actores políticos y representantes sociales no solamente tienen la
responsabilidad de tomar decisiones sino de liderar el esfuerzo de la sociedad hacia la mejor dirección.
Entre esos actores políticos se encuentran naturalmente los partidos políticos, de los que nos ocupamos en esta
columna, y hoy más que nunca tienen la posibilidad de cumplir con su misión política o de continuar en el extravío.
Los partidos políticos tienen la oportunidad de articular las demandas sociales que no es igual a repetir las
quejas de la sociedad porque ya las conocemos de primera mano todos los días. Se trata de articular estas demandas
para generar un proyecto de país considerando que hay cambios de paradigmas en el mundo, sobre todo por el
ascenso de políticos con acentuadas características demagógicas.
Por otra parte, la tarea de socialización política debe llevar a los partidos políticos a tener un renovado
acercamiento con los ciudadanos. Se trata de ampliar su sensibilidad social frente a un país lacerado por la
desigualdad, la pobreza y la corrupción. La responsabilidad de tomar decisiones difíciles no se manifiesta en
declaraciones sino con su propio trabajo.
Si los partidos están preocupados solamente por el calendario electoral en donde disputarán la gubernatura del
Estado de México, Coahuila y Nayarit; así como la elección de ayuntamientos del estado de Veracruz se
comportarán como partidos “atrapa todo”, es decir, asumirán todo tipo de discurso para mantener sus clientelas
electorales pero no para convencer ciudadanos.
En este contexto continuarán las diferentes acusaciones entre las fuerzas políticas sobre lo que está sucediendo
en el país pero se mantendrán gozando de los beneficios del presupuesto y alejados de la realidad de los mexicanos.
Podrá haber mucha difusión mediática pero no van a modificar la percepción negativa por parte de la sociedad.
Los partidos entrarán a una etapa de competencia electoral pero si son de visión corta se quedarán ahí; tal vez,
con cargos públicos y recursos pero continuarán erosionando la credibilidad de las instituciones y de la propia
democracia.
Será un año de definiciones frente a los desafíos externos que se nos presentan de manera inesperada y también,
frente a la realidad del país que tampoco era la pronosticada; sin embargo, conocemos la consistencia de las
instituciones en las crisis y ahí es donde queremos ver a los partidos políticos comportándose a la altura.
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